Película de 1967 dirigida por el gran Sidney Lumet. Un agente secreto británico está investigando a un compañero por posible traición y justo el día que elimina cualquier sospecha tras una entrevista personal aparece muerto. La policía apunta al suicidio pero él está convencido que no se quitó la vida justo el día en que le vio, por lo que empieza una investigación que será más complicada y peligrosa de lo que imagina.
Adaptación de la novela homónima del exitoso John le Carré que supone la primera entrega de la saga que dedicó el autor al agente George Smiley, que ha dado lugar a varias películas y series de televisión. Tiene una trama de espías en plena Guerra Fría que es excelente gracias a la experiencia del autor con los servicios de inteligencia en un período tan complicado. Se desarrolla en Londres, por una temida filtración de los tentáculos soviéticos en la agencia británica, centrando la acción más en los bajos fondos de la ciudad que en los más conocidos. Lumet desarrolla la historia pero cuidando mucho a los personajes, lo que la da una gran profundidad, humanidad y realismo, huyendo de los patrones clásicos de acción y héroes. El protagonista es un gran profesional pero también muy humano, encarnándolo el gran James Mason con un trabajo brillante. También tiene buenos secundarios como Maximilian Schell, Simone Signoret y Harry Andrews entre otros. La banda sonora de Quincy Jones es característica de la época, tiene calidad musical pero poco encaje con la historia. Llama la atención el uso del movimiento de la cámara en algunas escenas de acción, poco habitual en el momento pero que fue haciéndose más frecuente. En definitiva, una buena película de espías que gustará a los aficionados al género real de ese mundo tan complicado.
Buena