Película de 2018 dirigida por Otto Barthurst. El joven Robin de Loxley regresa de las cruzadas a su Nottingham natal y se da cuenta que el sheriff le ha confiscado sus propiedades al darle por muerto. Además, su joven amada está ahora emparejada con otro hombre, por lo que no puede ser la situación peor. Su sentimiento de venganza se une al de justicia de un compañero de viaje, un árabe que perdió a su hijo, y planean cómo hacerle pagar sus fechorías.
Cuando parece que las adaptaciones cinematográficas de este clásico parecen agotadas, aparece esta nueva versión que demuestra que así es. Innecesaria y fallida revisión del clásico Robin Hood por parte de este director de series de TV que demuestra no tener ningún talento para la gran pantalla. Parece una versión para adolescentes que con cabezas un poco vacías y sin ningún tipo de criterio de forma que les baste alguna cara mona, acción y fuegos artificiales. Y es que no ofrece nada más pues no hay nada que salvar. Lo peor es la estética actual y hasta algo futurista de peinados y vestuario, la guinda del mal pastel preparado por Barthurst. Cuenta con dos actores que han mostrado mejor acierto en el pasado, Taron Egerton y Jamie Foxx, pero que aquí completan el despropósito del conjunto. El primero puede ser de los perores Robins que ha habido.
Mala
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