Película de 1956 dirigida por Sheldon Reynolds. Un hombre mayor muere en su mansión de la costa azul de forma natural en apariencia. Reside con su hijo y esposa pero resulta que éstos sólo son empleados que desde hace unos años fingen esa relación y al hombre le sorprenden que se acerquen todos a preguntar por las últimas palabras del fallecido. Sospecha que hay algo escondido y comienza a investigar.
Cinta de intriga coescrita y dirigida por Reynolds que cuenta con un protagonista sólido como Robert Mitchum y que es el principal aliciente de la misma. La trama tiene un buen inicio de forma que atrapa al espectador y el desarrollo también empieza de forma prometedora. Pero luego se diluye a pesar de incluir giros que no la mejoran y subtramas poco acertadas que la distraen, por lo que acaba decepcionando. La banda sonora es también muy limitada aunque la fotografía y el vestuario sí lucen a buen nivel. La limitada carrera de este director y guionista se puede entender con esta película fallida porque con una estrella al frente del reparto y una historia con gancho no le sacó el provecho mínimo esperado. Mitchum está muy bien pero poco puede hacer para salvar el resultado.
Floja.