Película de 1959 dirigida por Richard Fleischer. Dos jóvenes universitarios especialmente inteligentes y ricos cometen un secuestro y asesinato por el placer de la tensión y el riesgo, pensando que pueden conseguir el crimen perfecto. Uno es frío y calculador y lidera las decisiones, mientras que el otro le sigue y comete algún error. Siguen personalmente las investigaciones para ver cómo funciona la policía y piensan en seguir cometiendo otros crímenes.
Adaptación de la novela homónima de Meyer Levin publicada poco antes y basada en el caso real de Leopold y Loeb en Chicago en 1924 y que sacudió el país entero al secuestrar y matar a un niño de 14 años sólo como diversión y reto, queriendo demostrar un intelecto superior (caso que también inspiró la estupenda La soga una década antes). El guion tiene tres partes con una primera de presentación de los criminales con algunas conversaciones demasiado largas y que constituye el tramo más flojo, una segunda con la investigación donde el protagonista es el responsable de la misma (con un buen E. G. Marshall) y la película sube de nivel de calidad y de interés para el espectador, y un desenlace muy bueno con la intervención estelar del incomparable Orson Welles que, además de una gran actuación, deja algunos mensajes de calado.
Buena
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