
Posiblemente, la mejor adaptación cinematográfica de las aventuras de
Hercules Poirot y una de las mejores adaptaciones de los libros de
Agatha Christie (no olvidemos
Testigo de Cargo, por ejemplo). Estrenada en
1974 y desarrollada en el famoso tren, cuenta con un gran reparto de actores, destacando
Ingrid Bergman (que se llevó el oscar a mejor actriz secundaria) y a un difícilmente reconocible
Albert Finney encarnando al famoso detective belga (exagerando un poco las características peculiares de este personaje, por lo que puede no gustar mucho de primeras a sus grandes admiradores). La grandeza de la película se basa en su magnífico plantel de intérpretes, pero también hay que señalar la lujosa ambientación. El director,
Sidney Lumet, no llega a alcanzar la calidad de alguna de sus otras obras, como
Doce hombres sin piedad, pero nos deja una buena y entretenida película.
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