Thriller de 1960 protagonizado por una Doris Day fuera de su habitual registro y un espléndido Rex Harrison. Aún así, ella también hace el papel de bella esposa que luce caros vestidos pero en esta ocasión no hay sonrisas ni canciones, sino unas amenazas que sólo ella recibe. Poco a poco los de su alrededor van dudando de lo que dice, adentrándonos en un interesante thriller psicológico. Incluso antes de los títulos de crédito ya nos adentramos en el suspense, que el director va llevándolo de lo físico a lo psicológico y mantiene la tensión hasta el final de la película. Está muy bien llevada y desarrollada la trama, se hace entretenida aunque hay momentos en que parece que el desenlace no va a ser creíble y no le dará sentido a la historia. Pero no es así, te mantiene atento a la pantalla y hace que todo encaje a la perfección. Tiene buenos actores en papeles secundarios, como John Williams, que repite de policía como hiciera en la célebre Crimen perfecto del maestro Hitchcock, Myrna Loy, Roddy McDowall, etc. En definitiva, una película de intriga que hace que el espectador se meta en la trama, que sufra la tensión y hasta agobio que sufre la protagonista y se alegre de haber descubierto esta cinta (no digo más para no desvelar nada).
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