Película de 1946 dirigida por Don Siegel. El superintendente de Scotland Yard es apartado de sus funciones tras producirse un escándalo al descubrirse que el último preso ejecutado a muerte era realmente inocente. Al poco tiempo un amigo que reside frente a él es asesinado de forma muy misteriosa, tanto que el nuevo responsable de la policía le pide su colaboración. Finalmente se acusa a una persona pero él cree que es inocente.
Segunda película de este buen director con una cinta policíaca que debió ser innovadora por el tema y la forma de tratarlo. La trama es sencilla participando muy pocos personajes a pesar de que todo gira alrededor de la búsqueda de un asesino. Prefiere no intentar confundir al espectador o dificultar la resolución del crimen con multitud de sospechosos, sino que prefiere desconcertar mediante la ausencia de potenciales asesinos. Aunque hay algo de "trampa" en la resolución, el resultado es bastante bueno. En el apartado interpretativo destaca el duelo entre Peter Lorre y Sydney Greenstreet, ambos estupendos.
Buen policíaco.
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