Lo que el viento se llevó

Obra maestra de 1939 dirigida por Victor Fleming. En el sur de los EE.UU. en 1861 los privilegiados disfrutaban de la vida con sus plantaciones y esclavos mientras deseaban ir a la guerra contra los estados del norte. En una de las familias acomodadas, una joven se enfurece cuando se entera que el hombre que ama se va a casar con otra, por lo que se casa también con el cuñado de éste esperando darle celos. Pero la guerra estalla y toda la vida cambia para todos, los que van al frente y los que quedan atrás, sin imaginar que la contienda puede durar años. Todo cambia en ese tiempo y las personas del sur ven cómo su civilización, sus costumbres, van desapareciendo para siempre. Mientras tanto, la joven busca desesperadamente de mantenerse cerca de su amado.
Sin duda que es la película más taquillera y mítica de la historia del cine. Se ha hablado y escrito mucho sobre ella y tiene méritos de sobra para ello. Es una megaproducción de David O. Selznick, realmente su alma máter, que fue la más cara hasta la fecha e introdujo varias mejoras técnicas importantes. Está basada en la gran novela homónima de Margaret Mitchell y en su adaptación trabajaron varios guionistas, todo supervisado por el productor. Todos los aspectos sobresalen y aún hoy en día sorprende su calidad para el año en que se rodó: fotografía, música, dirección artística, vestuario, guión, dirección, interpretaciones... La banda sonora de Max Steiner está en la cabeza de todos los espectadores así como algunas escenas y diálogos. El reparto es excepcional y se eligió meticulosamente (sólo para el papel de Escarlata se hizo un casting con más de 1.400 actrices), dejando maravillosas interpretaciones entre las que destacan las de Vivien Leigh, Hattie McDaniel, Clark Gable, Olivia de Havilland y Leslie Howard. El caso de McDaniel como la genial Mami es memorable por haber sido la primera persona de color en ganar un Oscar y luego sufrir el veto para el estreno por el racismo que aún había en la época. Una película redonda y genial como pocas, absolutamente imperecedera.
Imprescindible.