Película de 2018 dirigida por Paul Greengrass. El 22 de julio de 2011 Noruega sufre el peor ataque terrorista de su historia y uno de los más trágicos de Europa. Las autoridades reaccionan y consiguen atrapar con facilidad al que parece único autor de los crímenes. Dice haber actuado así para dar un golpe de estado en el país y evitar la multiculturalidad a la que se está abriendo, y que sólo se trata del principio de la lucha por ese fin.
Greengrass escribe y dirige esta cinta sobre los fríos y absurdos asesinatos de 77 personas en Noruega por un joven nazi del país que está en contra de la política de inmigración que hay. La recreación sobre los atentados es tensa y muy realista, del estilo de este director. Pero no quiere centrar la atención sobre la preparación o ejecución, sino sobre la reacción de las víctimas, verdugo, el sistema legal y la propia sociedad. En este apartado Greengrass toma una postura muy equidistante que enfría ambas posturas, pero no por ello también hace pensar al espectador sobre las leyes y cómo los terroristas las utilizan a su favor y el de sus "causas". En general es dura porque la situación así lo era, algo que no se debería repetir nunca más.
Muy interesante.
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