Película de 1988 dirigida por Penny Marshall. Un adolescente sufre algunos reveses por su pequeña estatura y en una feria ante una máquina de los deseos pide ser mayor. No puede imaginar que se le concede ese deseo y a la mañana siguiente se levanta como un joven adulto. Enseguida sufre de problemas inesperados como la ropa, que le reconozcan y otras cosas, aunque también puede disfrutar de las cosas reservadas para los adultos.
Comedia familiar (aunque con una escena no del todo adecuada o incómoda al menos) en la que un niño se convierte repentinamente en un adulto y se enfrenta a todo lo que ello supone. El cambio repentino en una persona no es un tema original pero aquí se trata de una forma bastante divertida y fresca, sin entrar en demasiadas reflexiones. Muestra el impacto de un "niño" en un círculo de adultos y cómo les puede afectar. El guion es una de las claves y el otro gran pilar es la estupenda interpretación de Tom Hanks que le lanzaría al estrellato en el que sigue alojado por méritos propios. Marshall también prueba su habilidad para combinar esa diversión con mucha ternura y hasta alguna reflexión que sirve a modo de fábula.
Buena.
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