Película de 1960 dirigida por el maestro Stanley Kubrick. Durante el Imperio Romano el esclavo Espartaco es comprado por una escuela de gladiadores junto a otros muchos más. Allí es entrenado para combatir a muerte, con el sueño de que algunos alcanza de este modo la libertad. Pero en vez de seguir esa carrera y de forma inesperada, emprende una revuelta de esclavos contra el mismísimo imperio. No quieren buscar el enfrentamiento sino huir a sus respectivos países, pero en Roma lo ven como un peligroso ejemplo de debilidad que no pueden permitir.
Adaptación de la novela homónima de Howard Fast de la mano de Dalton Trumbo, autor del excelente guion que consigue un gran equilibrio de cine épico, romántico, aventuras, dramático y hasta político. La calidad artística y técnica es asombrosa, de un gran nivel, y ello a pesar de las turbulencias que se vivieron en el rodaje, desde el cambio de director a las malas relaciones entre los actores protagonistas (y con el director, guionista,...). Prácticamente todo merece ser destacado como los impresionantes decorados, el vestuario, la fotografía, la banda sonora, las localizaciones, las actuaciones, la dirección,... haciendo que las tres horas de metraje parezcan muy cortas. El reparto es impresionante con el protagonismo para Kirk Douglas, que también fue el productor, pero con secundarios con mejores interpretaciones aún que el mítico actor de origen bieloruso como las de Peter Ustinov, Charles Laughton, Laurence Olivier, Jean Simmons, Tony Curtis, John Ireland, etc. Supuso el lanzamiento definitivo de Kubrick que llegó a este proyecto con el rodaje comenzado gracias a su relación con Douglas tras haber colaborado tres años antes en la magnífica Senderos de gloria.
Imprescindible
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