Película de 1953 dirigida por Henry Koster. Un tribuno romano tiene rivalidad con el poderoso Calígula que aspira a ser el siguiente emperador y es mandado a la peor provincia del Imperio: Palestina. Su llegada coincide con el que para muchos es el mesías, Jesús de Nazaret. Poco después recibe el encargo del gobernador Pilatos de que le ejecute con la crucifixión por alborotador, lo que hace sin mucho cuestionamiento. Pero un esclavo le da la túnica del Salvador y esto le provoca unos tormentos que no supera, pensando tiempo después que la única forma de superarlos es buscando de nuevo la túnica para destruirla.
Adaptación de la exitosa novela homónima de Lloyd C. Douglas sobre un noble romano que recibe la túnica de Jesucristo tras su muerte y acaba obsesionado con ella. En plena época dorada de Hollywood y cuando empezaba la moda de historias épicas romanas y religiosas, se realiza esta producción que acabó teniendo bastante éxito y que permanece como un gran clásico a pesar de no ser de las mejores de ese género. Marcó el hito de ser la primera película rodada en Cinemascope para dar una mejor experiencia a los espectadores, lo cual ayudaría a su taquilla también. Destaca su ambientación con unos decorados y vestuarios totalmente fastuosos, realmente se aprecia esa mencionada época dorada. La historia es bonita e interesante sobre todo para los que les guste el género religioso o épico, y tiene un guion que funciona bien a pesar de contener las típicas frases grandilocuentes pero poco realistas. Como es habitual, cuenta con un reparto con alguna gran estrella aunque sin llegar al nivel de otras superproducciones. En esta ocasión cuenta con Richard Burton, Jean Simmons y Victor Mature como principales protagonistas, haciendo todos un buen trabajo.
Todo un clásico.
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