Película de 1982 dirigida por el gran Sidney Lumet. Un abogado veterano y alcohólico que busca clientes en los funerales, recibe un caso muy goloso de una paciente en coma que parece que fue debido a una negligencia médica. Al otro lado están un par de médicos prestigiosos, un hospital de gran reputación y la propia Iglesia a la que pertenece. Rápidamente piensa en buscar un acuerdo rápido que le traiga dinero fácil pues imagina que a la otra parte le interesa evitar el escándalo, pero empieza a plantearse esa solución cuando toma conciencia del daño irreversible causado.
Adaptación de la novela homónima de Barry Reed, con la que inició su exitosa trayectoria como escritor gracias a su gran experiencia como abogado en Boston especialista en malas prácticas médicas. Es decir, la historia está escrita por una persona con amplios conocimientos y gran experiencia en el terreno, lo que le da una solidez enorme. Y el autor de la adaptación no es otro que David Mamet dando lugar a un gran guion. Lumet construye uno de los mejores dramas judiciales que se ha visto, con una estupenda trama bien desarrollada, unos magníficos personajes y un reparto estelar muy difícil de igualar en la época: Paul Newman, James Mason, Jack Warden, Charlotte Rampling, Milo O'Shea... Sin duda que ese trío inicial es ya suficiente razón para ver la película y más si se destaca la actuación del legendario Newman pues se trata de uno de sus mejores trabajos. Tiene una gran atmósfera y lleva la tensión hasta el momento final.
Buena.
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