Película de 2011 dirigida por Marc Foster. Sam Childers sale de la cárcel tras cumplir condena y se reúne de nuevo con su esposa e hija, pero pronto vuelve a meterse en el mundo de las drogas y la delincuencia que frecuentaba con anterioridad. Pero un suceso le hace muy creyente y empieza a comprometerse con su comunidad. Por casualidad viaja a Sudán donde se vive una guerra civil y ve con horror toda la tragedia que produce en la población, en especial a los niños. No puede remediar involucrarse hasta el punto de coger las armas para salvar a todos los niños que pueda.
Foster adapta a la gran pantalla la sorprendente historia real de un exconvicto por asesinato, que cambia su vida de forma radical y la dedica en buena medida a salvar y ayudar niños en un país tan lejano y desconocido para él (y la mayoría) como es Sudán. Sam Childers lleva 25 años dedicado a trabajar y luchar por los más desfavorecidos en un terreno extremadamente peligroso, viniendo de una mala vida y demostrando que se puede cambiar e incluso convertirse en un héroe que ha salvado en muchos sentidos a miles de personas, niños sobre todo. Es una película inspiradora en la que Foster insiste mucho en el lado predicador del protagonista así como el luchador, pero siendo la más importante la de misionero. La película es solvente aunque algo convencional para contar algo tan relevante. No muestra expresamente la barbarie pero sí sus consecuencias, por lo que tiene escenas duras ya que es la realidad que había en cada momento. El protagonista es Gerald Butler que se ve más cómodo en la acción que en el resto, pero se ve muy metido e implicado. El resto del reparto es muy secundario aunque funciona bien sin más, con algunas figuras importantes como Michael Shannon, Michelle Monaghan y Kathy Baker. Tiene buenas localizaciones y, especialmente, muy buenas intenciones.
Interesante historia real










