Película de 2019 dirigida por Scott Z. Burns. Una senadora que está en la comisión de la CIA decide impulsar una investigación sobre los métodos de los interrogatorios utilizados a sospechosos de terrorismo tras el 11-S. Para ello nombra a Daniel Jones al frente de un pequeño equipo de trabajo al que le dan acceso total a los informes de la CIA al respecto, lo que supone varios millones de documentos. Pronto empiezan a descubrir que no sólo se torturaron a los sospechosos sino que se justificó sin causa alguna.
Historia real de hace pocos años y que viene a sumarse a tantas otras que se van agregando con el resultado de que los ciudadanos están cada vez más alejados, por no decir otra cosa, de la política y todos los paniaguados que la rodean. Burns no duda en dotarla de un contenido denso, casi a modo de documental a veces, para no dejar detalles fuera y que pudieran empobrecerla. También tiene ritmo y va intercalando varios reveses que van escandalizando de forma creciente al espectador (porque lo que cuenta es de USA pero se asume que porquería similar la hay en el resto de países). Para ello es clave contar con un guion sólido que también es obra del propio Burns, siendo el alma de la película. También contribuyen las interpretaciones de los protagonistas, Adam Driver, Annette Bening, Jon Hamm, TeD Levine, y otros, siendo el primero el que lleva todo el peso dramático. Los aficionados al género la disfrutarán pero no tanto los que busquen acción o similar.
Buena

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