Película de 2016 dirigida por Paul Greengrass. Bourne ha recuperado sus recuerdos pero no su vida, sobreviviendo a base de peleas ilegales. Inesperadamente recibe la visita de su antigua compañera Nicky Parsons para decirle que ha hackeado la CIA y ha conseguido los archivos de varios programas secretos. Entre ellos está al que perteneció y ha descubierto información relevante sobre su caso, de ahí que le haya buscado. Lógicamente despierta su curiosidad pero la CIA averigua que están juntos y piensa que Bourne quiere volver a atacarles publicando los documentos hackeados.
Ha pasado más de una década desde la última entrega de una de las mejores sagas de agentes/espías del cine y que cambió el género por completo. Ahora, el director y su protagonista escriben un nuevo guión que le da sentido a una continuación de la historia así como hacer la acción más acorde al estado actual del personaje. La esencia sigue siendo la misma: el agente atormentado por el entrenamiento sufrido, acción física realista, investigación trepidante, persecuciones motorizadas que quitan el aliento, etc. Mantiene la espectacularidad en general, con escenas magníficas, aunque no llega al nivel de las anteriores. Salvo el propio Matt Damon y Julia Stiles, todo el reparto es nuevo con Tommy Lee Jones, Vincent Cassel y Alicia Vikander a la cabeza. Esto asegura que las interpretaciones están acordes con la calidad del resto, a muy buen nivel. Todo el apartado técnico es soberbio y las localizaciones incomparables, lo que junto al ritmo que imprime Greengrass y la credibilidad que transmite siempre hacen que el espectador disfrute de un gran espectáculo.
Buena continuación de una gran saga.
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