Película de 2018 dirigida por James Wan. La reina de Atlantis escapa y acaba en la superficie terrestre enamorándose de un vigilante de un faro. Comienzan una vida feliz y tienen un hijo, yendo todo bien hasta que unos guardianes de su reino la atrapan y devuelven a su antiguo hogar. El niño crece siendo el príncipe bastardo y mestizo pero con grandes poderes que utiliza para el bien. Hasta que una princesa de un reino marino le pide ayuda para que se enfrente con su hermanastro pues quiere tomar el trono y empezar una guerra con los terrestres.
DC Cómics sigue la senda trazada por su gran competidora Marvel y va alternando las películas de su grupo de superhéroes con otras individuales. En esta ocasión se trata de la primera entrega y, por tanto, el origen de uno de los menos conocidos: Aquaman. Wan se sale de su género favorito, el terror, y se adentra en el cine más palomitero imaginable intentando crear un espectáculo imaginativo aunque con una trama de chiste. La historia es muy floja y hasta por momento disparatada, y el director se centra en recrear un universo submarino como si de otra Pandora se tratase. El resultado queda como un espectáculo pirotécnico a ratos llamativo y a ratos no, innecesariamente largo y que no soporta la más mínima visión crítica. Por lo tanto es recomendable sólo para los muy aficionados.
Cine palomitero de grandes efectos pero muy flojo.
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