Película de 2016 dirigida por Stephen Hopkins. Un joven negro con increíbles dotes para el atletismo va a la universidad para entrenar con el mejor y convertirse en un campeón. Pronto gana numerosas carreras y marca récords, fijando entonces su meta en las olimpiadas de Berlín de 1936. Pero los EE.UU. están pensando si boicotear los juegos por el trato racista a los judíos y negros.
Merecido homenaje a uno de los atletas más grandes de todos los tiempos, Jesse Owens, que no sólo sufrió el racismo en su propio país sino que tuvo que enfrentarse al reto de participar en unas olimpiadas en el régimen más racista de la historia. Hopkins denuncia la hipocresía de los EE.UU. que reclamaba a la Alemania de Hitler un mejor trato a los judíos cuando en su propio territorio se discriminaba, insultaba y hasta mataba impunemente a los hombres de color. Muchas veces se ha comentado si el líder nazi saludó o no a Owens, pero lo que se omite es que su propio presidente, Roosevelt, nunca le recibió. Aún así, la película es muy correcta y no se ensaña con nada ni nadie, cuenta los hechos con una ambientación muy buena y con un reparto acertado. Precisamente se le puede achacar el pasar un poco de perfil por todos esos asuntos complicados, pero el director prefiere retratarlos y centrarse en la parte deportiva. Cuenta con dos secundarios de gran nivel como los veteranos Jeremy Irons y William Hurt.
Muy interesante y buena.
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