Película de 2012 dirigida por Michael Hoffman. Un asesor en arte está muy cansado de trabajar para un tirano millonario británico y piensa en un plan para sacarle unos millones y poder así vivir en paz. Se trata de convencerle de comprar una imitación de un cuadro que desea muchísimo, para lo que un amigo lo pinta y busca una chica americana que se hace pasar por la heredera de la pintura conseguida por su padre durante la campaña europea en la II Guerra Mundial. Aunque lo tiene todo planeado luego surgen más complicaciones de las esperadas.
Los hermanos Coen escriben esta comedia de estilo clásico pero en la que su talento no aparece como en otras ocasiones. Es una historia entretenida e incluso hay partes bien pensadas, pero su desarrollo tiene pocos momentos graciosos e incluso es mala a ratos. Carece de diálogos afilados e ingeniosos como el espectador puede esperar, salvándose sólo algunas escenas y los protagonistas masculinos, Colin Firth y Alan Rickman, además de un par de divertidas apariciones de Stanley Tucci. La joven es en este caso la mediocre Cameron Diaz que sigue demostrando su incompetencia para actuar. Hoffman no encuentra ni el ritmo ni la gracia a pesar de ser una comedia pura.
Floja.
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