Película de 2003 dirigida por Jon Amiel. Tras varios extraños sucesos entre los que destaca la muerte repentina y coincidente de varias personas con marcapasos, un científico elabora una teoría que da respuesta a los mismos Pero es tan inquietante que la comprueba con otro reputado científico y acaban compartiéndola con el alto mando del ejército de los EE.UU. La parte líquida del núcleo de la Tierra ha parado de moverse y, por consiguiente, el campo electromagnético del planeta desaparecerá y con él la vida. Sólo hay una posible solución pero es tan complicada como desesperada la situación.
Cinta del género de catástrofes en el que la humanidad se enfrenta a un final seguro y hay que tratar de poner en marcha una misión muy arriesgada pero de la que dependerá la vida de todos. Este pequeño resumen es aplicable a muchas películas de todos los tiempos y la mayor novedad es que, en esta ocasión, el origen y solución están en el centro del planeta. Lamentablemente no se encuentra entre las mejores e incluso se podría situar entre las peores si se ponderan los medios para tener en cuenta el resultado. A pesar de mucha jerga científica para tratar de dar cierta solidez al argumento, no hay quien se pueda tomar en serio la historia. Incluso los efectos no están a la altura de las técnicas del momento, señal inequívoca de la falta de talento e imaginación aplicadas. Lo más sorprendente es el reparto pues consigue reunir a un grupo de actores bastante buenos como Hilary Swank, Aaron Eckhart, Stanley Tucci, Delroy Lindo, Tchéky Karyo, Bruce Greenwood...El resultado es una cinta familiar entretenida aunque floja.
Cine palomitero flojo.
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