Película de 2017 dirigida por Kenneth Branagh. El famoso detective Hercules Poirot sale de Jerusalén tras resolver otro misterioso caso con destino Londres pues la policía le ha pedido ayuda. Va a Estambul para coger el Orient Express y sólo lo consigue por su relación con el director de la línea ya que está completo. Espera descansar durante el trayecto pero aparece un pasajero asesinado y su amigo le pide que resuelva el caso para salvaguardar la reputación de la compañía.
Nueva adaptación de la célebre novela homónima de la reina del suspense, Agatha Christie. Lo que llama más la atención es la soberbia dirección artística con la maravillosa recreación de la época, así como las espectaculares localizaciones y escenas en exteriores. Branagh cuida todo el aspecto visual con mimo sabiendo que es una parte clave de la historia y luego también rueda con cierto aire clásico aunque intentando dar una visión particular sobre la misma para no repetir otra versión anterior. Está realizada con gusto y sabe ir desarrollando la investigación para crear suspense a su alrededor, con el único defecto de faltar algunos minutos para poder dar más detalles de los personajes y sus interrogatorios. Esto hace que haya algunas pequeñas lagunas en los razonamientos del detective belga y en sus conclusiones aunque no sean clave en la resolución del caso. Cuenta con un estupendo elenco de actores encabezados por el propio Branagh que hace una buena interpretación de Poirot (pero en la versión doblada se pierde uno de los aspectos que más brillan de la misma, el acento) y con una mezcla de reputados veteranos como Judi Dench, Michelle Pfeiffer, Willem Dafoe, Derek Jacobi o Johnny Deep y otros más jóvenes que se están abriendo camino como Daisy Ridley, Josh Gad o Tom Bateman.
Buena.
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