Película de 1944 dirigida por el maestro George Cukor. En el Londres victoriano una famosa cantante es asesinada en su propia casa y no se llega a detener al criminal ni descubrir la causa del mismo. Su sobrina, que vivía con ella, queda traumatizada y se va del país. Años después se encuentra estudiando canto y se enamora perdidamente del pianista, casándose y empezando a vivir un gran romance. La pareja decide trasladarse a Londres a la antigua casa de su tía pero pronto la felicidad parece acabarse cuando ella empieza a oír ruidos y sospechar que no están solos en la casa, pero nadie más los oye.
Imprescindible thriller psicológico que adapta la obra de teatro homónima de Patrick Hamilton (autor también de La soga) dirigida magistralmente por Cukor. Demuestra su talento obteniendo lo mejor de sus protagonistas, aprovechando cada gesto de cada uno eligiendo para ello el mejor plano posible, evolucionando la historia lentamente pero sin parar angustiando así al espectador que empatiza perfectamente con la víctima y poniendo la cámara en algunos puntos poco frecuentes dando lugar a escenas de gran belleza (como dejando el plano en el pasillo cuando la acción ya ha pasado a un dormitorio y se puede seguir la acción con sus sombras). La otra clave es el mencionado trabajo de los actores, dos protagonistas que brillan como nunca y varios secundarios de lujo. La pareja al frente del reparto son dos extraordinarios actores que, posiblemente, interpretan el papel de sus vidas: Ingrid Bergman y Charles Boyer. Son muchos y ricos los matices que llenan sus personajes y que transmiten muchísimo sin apenas tener que hablar. Dos trabajos inolvidables y que hubieran ensombrecido al resto del reparto si no contara con actores de la talla de Joseph Cotten, Angela Lansbury y Dame May Whitty. Todo ello la convierte en una cinta imprescindible para cualquier cinéfilo.
Excelente.
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