Película de 1968 dirigida por Sergio Leone. Un pistolero que toca la armónica va tras la pista de un conocido asesino que trabaja para un magnate del ferrocarril. Éste no duda en contratar sus servicios para deshacerse de cualquier oposición a sus proyectos, por lo que mata o asusta a muchos propietarios de tierras. El último ha sido un hombre y su hijo pero no esperaban que estuviera ya casado y su viuda heredase la propiedad.
Tras la estupenda trilogía con Clint Eastwood, Leone rueda otro western de largo metraje con grandes estrellas de Hollywood como Henry Fonda, Jason Robards y Charles Bronson. Mantiene el estilo que le catapultó con la trilogía y en esta ocasión presenta la historia de una larga venganza, escrita por él mismo y Bernardo Bertolucci y Dario Argento. El tratamiento de los personajes es similar así como el montaje y la importancia de los planos cortos. Tiene menos acción y el ritmo es más pausado, por lo que se hace más larga que las anteriores. Vuelve a contar con otra excelente e inolvidable banda sonora del maestro Ennio Morricone, recientemente fallecido. Tiene escenas muy trabajadas y conseguidas pero, en general, no llega al nivel de las otras películas y en ello es clave el peso que le da al personaje femenino de Claudia Cardinale porque no aporta tanto como el tiempo que le dedica.
Buena
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