El guión de Ayn Rand está basado en su propia novela homónima, y ensalza los valores individuales sobre los del colectivo, defiende la creatividad y libertad de pensamiento y acusa a la masa de destruir ese espíritu pionero que supone que la humanidad siga avanzando. Y ello lo plasma con el caso de este arquitecto que no quiere aceptar la normas generalmente aceptadas y que desea triunfar con sus propias ideas. Vemos cómo renuncia a todo con tal de no renunciar a sus principios, aunque en algunos casos habría que considerarlo como extremista. La trama y el guión están bien, pero es el trabajo de Vidor y sus actores los que elevan la categoría de la obra. Hay escenas espléndidas como en la mina de mármol o el final donde demuestra todo su genio, en combinación con la excelente fotografía de Robert Burks y la banda sonora de Max Steiner. Entre los actores brillan Gary Cooper y Raymond Massey. En el apartado menos afortunado podemos citar los decorados, pues pocas veces veremos oficinas y viviendas tan vacíos y faltos de vida.
Interesante drama de calidad.
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