Hitchcock demuestra su dominio de la tensión narrativa y del uso de imágenes para crear una atmósfera agobiante. Basada en la conocida novela de Daphne du Morier, Robert E. Sherwood y Joan Harrison firma un estupendo guión que el propio Hitchcock eleva a la categoría de obra maestra. El maestro usa los personajes para crear la trama con la tensión necesaria, captando nuestra atención y manteniéndonos pegados al asiento durante toda la película. Además, destacan dos aspectos: la preciosa fotografía de George Barnes (con un uso de luces y sombras excelente que contribuye al objetivo que persigue Hitchcock) y las magníficas interpretaciones de los actores. Entre ellos sobresale la perturbadora Judith Anderson, con su personaje de ama de llaves que ha pasado a los anales de la historia del cine, y los protagonistas Laurence Olivier (en uno de sus mejores trabajos) y Joan Fontaine. También cuenta con una buena banda sonora de Franz Waxman, un cuidado trabajo de vestuario y una espléndida dirección artística.
Turbadora historia extraordinariamente rodada. Imprescindible.
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