El estupendo guión del propio Mamet se basa en la obra de teatro de mitad de siglo de Terence Rattigan. Está inspirado en un caso real, el de George Archer-Shee en 1910, que gozó de gran popularidad. En general, la obra de Rattigan es muy fiel a la real en los aspectos del caso, pero no tanto en las cuestiones familiares que recoge, pues las dramatizó por conveniencias literarias. Mamet retrata de maravilla algunas de las costumbres de la Inglaterra Edwardiana y realiza un gran puesta en escena. Demuestra su talento con el fluir del argumento, desarrollando el caso de una forma indirecta, pues recoge más los aspectos familiares que los legales, aunque no por ello deja de informar al espectador puntualmente. En este aspecto, Mamet hace un uso muy inteligente de las elipsis y sugerencias, y también marca el ritmo sabiamente para despertar el interés cuando más conviene. Todo está bastante cuidado, siendo las claves el guión (con unos diálogos excelentes) y los intérpretes. Éstos hacen un gran trabajo, serios y profesionales, como Nigel Hawthorne, Jeremy Northam, Rebecca Pidgeon y Gemma Jones. La fantástica escena final pone un broche de oro a esta historia quijotesca sobre el honor.
Buena película con una interesante historia real.
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