Triunfadora película de 2008 dirigida por Kathryn Bigelow. Un grupo de artificieros del ejército americano en Irak va terminando su misión y cuenta los días para volver a su país. Su día a día está cargado de tensión no sólo por las bombas que deben desactivar sino por el ambiente sumamente hostil al que se enfrentan en cada situación.
Bigelow arrasó en los premios más importantes del año con esta historia donde se refleja la situación que viven los soldados en este tipo de misiones en ambientes extremadamente duros. No entra a analizar lo apropiado o no, o las razones políticas o humanitarias de la presencia del ejército, simplemente retrata lo que viven allí los soldados. Y su mayor virtud es precisamente la recreación de la atmósfera de tensión a la que está sometido este pequeño grupo de marines. Tiene varias escenas que congelan al espectador con un suspense extremo, no pudiendo imaginar lo que va a ocurrir a continuación. Por el contrario, en el guión de Mark Boal hay muchas lagunas que le quitan realismo a la trama, son completamente absurdas. Tampoco es acertado el perfil del protagonista, pues no se trata ya de valentía o que esté enganchado a la adrenalina del peligro, sino que simplemente es imbécil y sus actos no llegan nunca a convertirlo en objeto de la justicia militar. El ritmo es muy irregular, parece una montaña rusa, al igual que los movimientos de cámara que acaban por cansar un poco.
Excelente puesta en escena pero poco más.
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