Goldwyn decidió llevar a la gran pantalla una historia real reciente de gran fuerza y que sirve de ejemplo de las grandes injusticias del sistema judicial. La trama es muy interesante y sorprende la convicción y determinación de esta mujer que luchó durante casi dos décadas para demostrar la inocencia de su hermano. Lo mejor con diferencia es el reparto y sus interpretaciones, empezando por la siempre eficaz Hilary Swank, un buen Sam Rockwell, Minnie Driver, Juliette Lewis, etc. Todos están muy convincentes y con trabajos serios. Por contra, lo peor es la dirección de Goldwyn, ya que no llega a encontrar el pulso debido durante toda la cinta. El espectador enseguida es captado por el argumento, pero sufre el riesgo de desconectar ante la falta de tensión de la trama. Falla en la forma de contar el caso y se excede algo en la busca del dramatismo de la relación materno-filial. El resultado es una sensación de superficialidad y de falta de una atmósfera que muestre mejor el calvario sufrido por ambos personajes. El guión de Pamela Gray tampoco colabora a que el desarrollo y estilo narrativo elegido para contarnos la historia sea el mejor.
Interesante historia, buenas interpretaciones pero algo floja en conjunto.
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