Película de 2008 dirigida por Ridley Scott. Un agente de la CIA en Oriente Medio sigue la pista al máximo responsable de los terroristas islámicos tras varios atentados en Occidente. La situación es muy complicada, por lo que acude a colaborar con los servicios de espionaje de Jordania, para luego más tarde intentar otra estrategia más original y complicada.
Scott pretende darnos una visión del nuevo tipo de guerra al que se enfrenta Occidente. La acción es constante y las múltiples localizaciones son ejemplo de la globalización actual, tanto en lo bueno como en lo malo. Muestra dos tipos de realidad en la CIA, por un lado los agentes de campo que viven literalmente sobre un polvorín y, por otro, sus responsables que viven en la relativa tranquilidad de sus casas y creen tener una mejor perspectiva de la situación. El guión de William Monahan es intrépido y desarrolla una trama relativamente compleja consiguiendo no perder al espectador en el entramado que expone. Pero a la vez que enseña mucho, también se queda algo superficial y acaba pareciendo que se limita demasiado a la acción. La realización está bastante cuidada y visualmente consigue un realismo espectacular. Tiene buenos protagonistas entre los que destaca Mark Strong por encima de Leonardo diCaprio y Russell Crowe, no pasando este último de un pasable en su trabajo.
Entretenido thriller de espionaje actual.
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