Película de 1966 dirigida por William Wyler. Una joven vive con su padre e intenta convencerle para que deje de falsificar obras de arte que luego vende a gran precio. Teme que le descubran y lo encarcelen, lo cual parece que puede ocurrir cuando prestan una obra a un museo y el seguro quiere contrastar su autenticidad. Lo único que se le ocurre para evitarlo es robarla pero las medidas de seguridad son extremas, así que recurre a un ladrón que conoce por casualidad.
Antepenúltima cinta del maestro Wyler, una simpática comedia sobre falsificadores y atracos. Es una historia muy ligera al estilo de la época, bienintencionada e inocentona. Hoy se ve como algo simple y poco creíble en todos los aspectos, además que el tipo de humor es demasiado inocente y no causa el mismo efecto en los tiempos actuales. Aún así, tiene momentos simpáticos, algunos diálogos graciosos y unos protagonistas estupendos, además de la elegancia que aporta la mano del maestro y que está acorde con el escenario, París. La pareja protagonista, Audrey Hepburn y Peter O'Toole, encajan estupendamente en sus respectivos papeles y muestran mucha química juntos. Les acompañan actores de la talla de Charles Boyer, Hugh Griffith y Eli Wallach. También es muy acertada la banda sonora del gigante John Williams pues es capaz de crear la atmósfera más acorde al momento de tensión o humor que va a ocurrir. En conjunto está bien aunque lejos de las obras maestras del genial Wyler.
Simpática comedia de robos.
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