Película de 1952 dirigida por Stanley Donen y Gene Kelly. Una pareja de actores disfruta del estrellato mientras fingen, especialmente él, que mantienen su amor en la vida real. El estudio evita que ella hable en público porque mostraría su horrorosa voz así como su estupidez. Pero la llegada del cine sonoro amenaza con jubilarlos precipitadamente, a pesar de las dotes de cantante y bailarín del joven. Casualmente él conoce a una chica que también tiene buen nivel artístico e intentan planear cómo sobrevivir a la nueva tendencia cinematográfica.
Joya del séptimo arte, uno de los mejores musicales de toda
la historia y cinta imprescindible de ver. El relato se centra en uno de los
momentos más críticos de la industria cinematográfica, cuando el cine sonoro
aparece y el público acude en masa a verlo y oírlo. Supuso el fin de muchas
estrellas del momento y la aparición de otras nuevas, lo cual es aprovechado
para crear un estupendo guión que se desarrolla introduciendo algunos de los
más míticos números musicales del cine. El cuarteto protagonista es fantástico, encabezado por el propio Kelly y con Debbie Reynolds. Todo luce espléndidamente como la bella fotografía con un colorido que aún hoy en día llaman la atención, la estupenda dirección artística que recrea la época y los estudios, la inolvidable banda sonora, etc. Derrocha emoción y, especialmente, alegría, contagiando al espectador de ese espíritu positivo. Es de los musicales que no desgasta el tiempo y mantiene todo el encanto original.
Imprescindible.
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