Película de 2015 dirigida por John Erick Dowdle. Una familia americana llega a un país del sudeste asiático porque él ha sido contratado por una empresa de su país para construir unas depuradoras de agua. En su primera noche en el hotel y sin que lo sepan, se produce un sangriento golpe de estado porque parte de la población cree que el gobierno se ha vendido a los americanos y ahora les robarán el agua. Por ello, todos los ciudadanos de ese país y, especialmente, los que trabajan para la empresa responsable de las depuradoras son objetivo de los revolucionarios. La familia intentará desesperadamente mantenerse vivos y unidos.
Dowdle coescribe y dirige una angustiosa cinta de acción que, por lo que cuenta, parece basado en hechos reales aunque no es así. La trama empieza con el traslado de una familia occidental a un país en desarrollo, lo cual es bastante común hoy en día. A partir de ahí comienza una pesadilla que se multiplica al estar involucrada la familia al completo, incluyendo un par de niñas. Dowdle emplea un estilo y un ritmo que le da mucha credibilidad al relato, apoyado enormemente por las lamentables noticias que los espectadores se están acostumbrando a ver. La acción no decae y mantiene una gran tensión, una atmósfera agobiante que va hasta el último minuto de la película. El reparto funciona bien, con Owen Wilson, Lake Bell y Pierce Brosnan a la cabeza del mismo. Por otro lado, no se entra prácticamente nada en el origen de la revolución y deja alguna laguna, lo que debilita algo el resultado aunque no el desasosiego que vive el espectador hasta que acaba.
Trepidante thriller.
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