Película de 2012 dirigida por Rob Reiner. Un escritor anciano, en silla de ruedas y dado al alcohol ante su falta de inspiración, va a pasar el verano a una pequeña isla. Sólo espera poder beber cuanto quiera y estar tranquilo, pero justo vive al lado de una mujer con tres hijas con las que empieza a conectar de distinta manera con cada una de las cuatro. Esas semanas que pasan juntos se convertirán en un punto inflexión en sus vidas.
Reiner coescribe y dirige una bonita historia sobre un anciano que parece esperar a que llegue su muerte sin más aspiraciones y que se traslada a una bella población en la que algunos de sus vecinos conectarán con él. Tiene una estupenda combinación de comedia y drama, ambas con gran sensibilidad, y que es recomendable para ver en familia. El guión contiene algunos diálogos y momentos muy ocurrentes que divertirán a todos, unidos a otros que llegan a conmover. Destaca el personaje principal, un anciano algo cascarrabias pero de gran corazón, y que de la mano de Morgan Freeman hace que deje huella en el espectador. El resto del reparto funciona muy bien, incluidas las niñas, pero no tienen el carisma del anterior. Reiner demuestra que puede enganchar a espectadores de todas las edades sin necesitar una montaña rusa de acción u otras memeces.
Muy bonita, simpática y con encanto.
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