Película de 1968 dirigida por Richard Fleischer que reconstruye los hechos que aterrorizaron a la ciudad de Boston a principios de los 60. Sucesivamente van apareciendo cadáveres de mujeres estranguladas sin otro nexo de unión que el hecho de ser del sexo femenino. El pánico fue tal que se agotaron las ventas de cerrojos y otros sistemas de seguridad y las autoridades crearon un equipo destinado a la captura del brutal asesino de 13 mujeres.
Fleischer divide a la película en dos mitades claramente diferentes: una primera policial con un estilo casi de documental, y una segunda en la que hace un cine de más calidad e intenta adentrarse en la mente del criminal. La primera sirve para centrarnos en la historia y enseñar el terror que un solo hombre es capaz de causar en una gran ciudad, con cierto detalle de las brutalidades que cometía. El director opta por dividir muchas veces la pantalla para enseñarnos diferentes cosas o, simplemente, diferentes perspectivas de un mismo suceso. Aunque en un principio despierta cierto interés, acaba siendo una pequeña molestia al hacer que el espectador elija la toma y desaprovechando buena parte de la pantalla. En esta primera parte no hay mucho que destaque, sólo el ritmo que es bastante bueno. Sin embargo en la segunda mitad disfrutamos de un duelo interpretativo magnífico entre Henry Fonda y Tony Curtis. Intenta dar una visión humana de la persona que en la primera mitad ha sido retratado como un frío criminal, y consigue plenamente su objetivo. El guión de Edward Anhalt tiene la virtud de contar en la primera mitad de manera breve pero certera la historia que todos conocen, y en la segunda abrir el debate sobre las causas del asesino y su culpabilidad.
Interesante cinta aunque algo irregular, pero que va de menos a más.
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