Película de 1948 dirigida por Max Ophuls. Un famoso pianista mayor recibe una noche una carta de una señora que cree desconocer. Empieza a leerla con curiosidad porque comienza diciendo que es posible que ella haya muerto cuando la lea, y se trata del relato de una mujer que le conoció siendo una niña y que se enamoró desde ese instante hasta el momento de escribir la carta. Y no se trata de una desconocida completamente porque hubo varios momentos en que estuvieron juntos.
Obra cumbre de un gran director, Max Ophuls, adaptación de la novela homónima de Stefan Zweig convertida en un excelente guión de Howard E. Koch. Es un drama romántico muy intenso que lograr conmover al espectador durante casi todo el metraje. Es muy bonita pero subyace una profunda tristeza siendo, posiblemente, el más bello relato de un amor platónico que se pueda ver en la gran pantalla. Tiene unos magníficos decorados y una preciosa fotografía en blanco y negro que intensifica aún más la melancolía de la historia. La dirección es muy elegante, suave y con unos cuidadosos planos y movimientos de cámara. Las interpretaciones son estupendas, destacando la ya consolidada por entonces Joan Fontaine que debe cubrir un amplio registro de edad, desde los 13 años. Le acompaña el actor francés Louis Jourdan que también está a buen nivel aunque en un rol secundario.
Muy buena.
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