Película de 1995 dirigida por David Fincher. Un detective está a punto de ser jubilado y le asignan el sustituto para que coincidan una semana cuando aparece un cadáver en extrañas circunstancias. El veterano ve indicios de que puede convertirse en un caso complejo y que se trate de un asesino en serie mientras el joven sólo ve lo superficial. Pronto se confirma el temor del primero y, por las pistas que deja el criminal, esperan más y ven que se trata de una persona muy paciente y meticulosa, por lo que será muy difícil atraparlo.
Magnífico thriller policíaco que situó a su director entre los mejores del momento, lo cual luego ha ratificado con otras cintas. Es la historia de un asesino en serie pero en el que tanto éste como los investigadores se salen de lo convencional para entrar en el duelo psicológico como pocas veces hemos disfrutado. Fincher crea una atmósfera insuperable y es capar de ir dando el ritmo que mejor encaja, pudiendo parecer lento comparado con otros ejemplos del género pero que le funciona a la perfección para cortar el aliento al espectador. Tiene un estupendo guión original de Andrew Kevin Walker, pero es la dirección (sobre todo) y la interpretación las que hacen que el resultado final sobresalga sobre la mayoría de películas del género. Sólo incluye algunas escenas de acción pues el foco está en los personajes, siendo arriesgado pero muy eficaz. Tiene un tridente de protagonistas de gran nivel, con Morgan Freeman (espléndido), Brad Pitt y Kevin Spacey (pocos minutos pero impactante). No tardó en convertirse en una película de culto.
Muy buena
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