El australiano Peter Weir quiso con esta cinta hacer una denuncia del genocidio sufrido por el pueblo aborigen y de las circunstancias en las que aún vivían. Refleja muy bien el choque de culturas tan brutal que viven esos últimos miembros de las antiguas tribus, dejando muy claro que en las grandes ciudades prácticamente no existen (la protagonista femenina, al igual que hiciera hace un par de años la australiana Nicole Kidman, reconoce no haber visto un aborigen en su vida). Consigue crear una buena atmósfera, a veces muy inquietante, pero el lento ritmo parece disminuir más en la segunda mitad para acabar con un flojo final que deja mal sabor de boca. Por lo demás, no hay ningún aspecto que destaque por su alta o baja calidad, salvo la banda sonora de Charles Wain que es muy efectista para el tema y argumento.
Interesante documento denuncia, aunque algo fallido resultado de entretenimiento.
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