Kubrick quiso con esta cinta hacer una dura crítica no sólo contra la Guerra, sino contra el mismo ejército y sus rígidos y distantes escalafones. Muestra cómo se libran varias "batallas": por un lado los soldados que caen en los enfrentamientos (a veces absolutamente estériles) que ordenan los mandos, y por otro los oficiales que piensan en la política, el poder, que disfrutan de fiestas y creen estar sintiendo el terror de la guerra desde sus despachos en lujosos palacios. El magnífico guión del propio Kubrick con Willingham y Thompson está basado en la novela de Humphrey Cobb. Ésta se inspiró en el hecho cierto de la resistencia o hasta amotinamiento que las tropas francesas mostraron en las trincheras y que provocó que las posiciones de ambos bandos se estancaran por un largo período de tiempo. Kubrick rueda de manera muy sobria, evitando mostrar a ningún soldado alemán para hacer hincapié que los dos bandos de esta lucha están en el lado francés. Cuida al detalle las escenas y los movimientos de cámara, dejándola bastante inmóvil a veces y haciendo inolvidables travelling otras (como los de las trincheras). El protagonista es el gran Kirk Douglas con uno de sus mejores trabajos, sabiendo transmitir la indignación y repulsa que siente con su mirada, hasta lo transpira por todos los poros. También destacan George Macready como el egoísta y vengativo general y Adolphe Menjou como el máximo responsable del desastre y posterior ajuste. Por último señalar la extraordinaria fotografía de George Krause y la banda sonora Gerald Fried.
De los mejores alegatos antibélicos y antimilitares de la historia del cine.
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