Escalofriante relato real del que se pueden extraer varias moralejas (comunica siempre donde vas, lleva el equipo adecuado...), pero sobre todo nos transmite que nunca hay que rendirse. Como el propio joven luego tituló sus conferencias cuando todos le llamaban héroe: cómo no perdí un brazo sino que gané una vida. Boyle lo lleva con frescura a la gran pantalla, con espectacular realismo (impactante y durísima la escena donde se corta el miembro) pero evitando la situación claustrofóbica al mostrarnos la imaginación/paranoia del protagonista. Esto puede hacer que sea algo más llevadera y entretenida, pero hace que pierda la intensidad del momento. Destaca la creíble interpretación de James Franco, muy natural y evitando aspavientos o exageraciones. Las localizaciones y la fotografía de Mantle y Chediak son magníficas, teniendo planos realmente bellos. La música contiene algunas piezas que no encajan con la acción y realmente distraen al espectador. Boyle consigue una cinta espectacular, sobrecogedora e intensa, a pesar de suavizar la situación en algunas secuencias pero mostrando toda la crudeza en otras.
Espeluznante historia real bien rodada.
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