sábado, 23 de julio de 2016
Canción de cuna para un cadáver
Película de 1964 dirigida por Robert Aldrich. Una señora vive en su mansión con el anuncio de su expropiación para construir una carretera. Sufre el tormento de ser tomada por loca, pues todo el mundo cree que mató a su amante cuando era joven y, desde entonces, ha vivido aislada. Espera con ansiedad la visita de su prima para que pueda parar la demolición, aunque parece que realmente sólo viene para ayudarla al traslado.
Dos años después de la estupenda ¿Qué fue de baby Jane? Aldrich volvió a contar con la mítica Bette Davis para otro thriller psicológico haciendo pareja con otra actriz inmortal como es Olivia de Havilland. Sólo disfrutar de estas dos maravillosas actrices supone suficiente motivo para ver la película, por no decir que, además, cuenta con Joseph Cotten y Agnes Moorehead. Es decir, un reparto galáctico que asegura una brillantez y solidez en la interpretación que multiplicaría la calidad de cualquier cinta. Aldrich enmarca el relato en un pequeño y conservador pueblo sureño y sabe utilizar este marco para hacer el thriller más espeso y tenso aún. Tiene una trama ingeniosa pero no sabe explotar todo su potencial en el desarrollo, haciendo que hoy en día (al menos) se vea como algo inocente o no tan diabólica como pretende. Se mueve entre el terror clásico y el thriller psicológico, creando una intriga creciente hasta su desenlace, lo que asegura la atención del espectador. Destaca también el uso de la luz con la fotografía de Joseph Biroc, acentuando la tensión o el sentido buscado de cada escena.
Inquietante y buena.
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