Película de 1948 dirigida por Anatole Litvak. Una mujer se encuentra enferma en cama y quiere llamar a su marido cuando, por error, escucha una conversación entre dos desconocidos que hablan de cometer un asesinato esa misma noche. Como no consigue captar más detalles, la policía no le hace caso y sólo le queda buscar desesperadamente ayuda.
Estupenda cinta de cine negro no muy conocida a pesar de su calidad y de servir de inspiración a otras posteriores más famosas. El magnífico guión es de Lucille Fletcher que adapta su propia obra radiofónica de unos 20 minutos de unos años antes. Llama mucho la atención el estilo utilizado en el que va introduciendo flashbacks que van desarrollando debidamente la trama a la vez que la angustia para la protagonista y el propio espectador. Y es que uno de los mayores logros de Litvak es el ir incrementando la tensión gradualmente a medida que se acerca el desenlace, y eso a pesar de ya comenzar con una buena dosis de intriga con la escucha accidental. A ello contribuye crucialmente el trabajo de la protagonista femenina, la legendaria (e inmensa en esta ocasión) Barbara Stanwyck. Encarna perfectamente a la enferma, caprichosa, soberbia, pobre, rica, asustada y hasta agónica mujer. Le acompaña Burt Lancaster que, aunque hace un buen papel, queda algo ensombrecido por ella.
Muy buena
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