Estupenda película de Stephen Frears realizada en 2006 sobre los eventos que sucedieron a la trágica muerte de Diana de Gales. Se centra en las diferentes formas de afrontar dicho suceso, viéndolo por un lado como un asunto privado de la familia según la propia reina y, por otro, como un fallecimiento de un miembro de la familia real según Tony Blair y el príncipe Carlos (apoyándose en el clamor popular). Tiene bastante rigor, aunque tomándose algunas licencias. Frears hace el relato con enorme respeto, dejando siempre a los niños de lado y poniendo toda su atención en la situación por la que pasa la reina, quien acaba reconociendo no entender del todo lo que sucede. Vemos a Tony Blair aprovechando para ganar aún más popularidad pero intentando ayudar a su majestad.
El director sabe captar lo que piensa y siente cada personaje, haciendo un análisis profundo pero entretenido de una de las peores semanas para la casa real británica. Se apoya en un excelente guión que seduce de principio a fin al espectador y, sobre todo, en la extraordinaria encarnación de Helen Mirren como su alteza la reina Isabel II. Está magistral, y vale la pena escucharla sin doblaje para apreciar sus trabajados acento y entonación. Muestra el lado más humano e incluso la vulnerabilidad de la reina, aunque queda claro que tiene buena intención y enorme experiencia. Otras buenas interpretaciones son las de James Cromwell (como el marido de la reina que menosprecia continuamente la reacción del pueblo), Sylvia Syms (la consejera reina madre), Alex Jennings (el poco valiente príncipe) y Michael Sheen (el despierto primer ministro).
Muy recomendable para entretenernos y recordar un pasaje reciente de Historia.
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