Extraordinaria película de
1953 dirigida por el maestro
Fritz Lang. Aunque constituye un excelente ejemplo de cine negro, no es la clásica historia en busca del asesino puesto que en la primera escena lo vemos y la policía lo tiene igual de claro que nosotros. El sargento encargado del caso está a punto de cerrarlo pero aparece un hilo suelto y, por querer atarlo bien, se va encontrando con toda una madeja. Una historia muy intrigante sobre crimen y corrupción basada en la novela homónima (al recopilar el serial para un periódico) de
William P. McGivern que causó en su tiempo bastante impacto. Usando este material,
Sydney Boehm hace un guión soberbio definiendo muy bien unos personajes que se debaten entre hacer lo correcto o lo seguro y más cómodo. Tiene unos diálogos inteligentes y nos deja algunas frases inolvidables.
El protagonista absoluto es Glenn Ford y nos deja una de sus mejores interpretaciones. Sosegado aunque duro, sensible pero tajante, transmitiéndonos por lo que va pasando durante la investigación. Junto a él brillan Gloria Grahame y un joven Lee Marvin, junto a otros buenos secundarios. Lang le da un ritmo narrativo espléndido y claro a la trama, enganchándonos desde la primera toma. Como curiosidad, hace un simpático guiño a Gilda usando la famosa melodía "Put the blame on mame" una vez de las que Ford está en el bar de copas.
Una película que hay que ver y que no defraudará, disfrutando de algunas escenas memorables y de una trama poco corriente.
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