Obra poco conocida de
1950 del maestro
Hitchcock que, a pesar de corresponder a su etapa americana, está rodada en Londres y con actores británicos (a excepción de
Jane Wyman y
Marlene Dietrich). El genial director impregna toda la cinta con su estilo: suspense con toques de humor basados en ironías, sutilezas, malentendidos y confusiones. Nos presenta a un falso culpable, algo que le encantaba, que ha caído en manos de una mujer fatal (que además es actriz y cantante, por lo que la Dietrich encaja a la perfección) y se apoya en una joven enamorada de él para ocultarse. El maestro juega con nosotros aumentando y bajando la tensión a su antojo, alargando los momentos más críticos, torciendo los diálogos, y dándonos las claves con cuentagotas para mantenernos enganchados. La trama da algún giro que nos pillará por sorpresa e incluso nos hará plantearnos lo que ya hemos visto. Los actores están bastante bien, con espléndidos secundarios, y hay que destacar el guión y la banda sonora.
Sin embargo no llega a la altura de otras de sus obras. Tiene un buen arranque, pero luego pierde algo de ritmo que recupera pasada la primera media hora. También hay alguna situación de enredo más confusa y larga de lo necesaria. Y aunque el final fue muy criticado porque se suponía que había engañado al espectador con la presentación de los hechos, no lo comparto y me parece muy bueno.
En resumen, buena película de intriga que nos hará pasar un buen rato, aunque flaquee en algún momento.
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