Leisen repite en uno de los géneros en que mejor se desenvuelve: la comedia romántica. Lo hace con una historia bastante atrevida para la época: un caballero que hace de secretario de una ejecutiva. Y para colmo la impresión que todos tienen es que su función es, nada más y nada menos, que la de un gigoló. Como es habitual en este director, la producción está muy cuidada: estupenda dirección artística, vestuario, fotografía, etc. El guión de Claude Binyon tiene algunos buenos diálogos pero este tema podría haber dado para más situaciones y conversaciones mucho más afiladas. Fred MacMurray repite con Leisen en un papel no muy distante de los que hiciera con este mismo autor, teniendo en esta ocasión de pareja a Rosalind Russell (en vez Claudette Colbert, Carole Lombard, Marlene Dietrich o Barbara Stanwyck). Ambos realizan buenos trabajos y tienen cierta química, pero no llegan al nivel de otras parejas de las que ambos formaron parte. En general, tiene buenos momentos pero alternan con otros más planos y menos interesantes.
Buena pero sencilla comedia romántica.
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