Cuarta entrega de la serie “The thin man” o “La cena de los acusados” tal y como se tradujo en España, dirigida por W.S. van Dyke en 1941. El matrimonio Charles se encuentra esta vez en California intentando seguir una vida tranquila cuando se ve envuelta de nuevo en otro caso de asesinato cuando quieren asistir a las carreras de caballos. Como siempre, Nick intentará evitarlo pero se verá cada vez más metido en el mismo hasta que asuma investigarlo.
Se volvió a reunir al equipo de esta exitosa serie para repetir la fórmula de caso de detectives con humor. El caso vuelve a ser tan interesante y complejo como los anteriores, aunque el uso de tantos nombres personales hace que el espectador se pierda a veces. En cambio, la parte cómica está menos conseguida, aunque sigue siendo divertido ver los gestos de Nick, sus amistades, sus comentarios o los del torpe teniente de policía. El guión de Harry Kurnitz (nuevo en la saga) basado en la novela de Dashiell Hammett construye un argumento que enseguida atrapa al espectador con su intrigante caso policíaco, aunque en su desarrollo abusa de nombres y sobrenombres que dificultan su seguimiento. Tiene diálogos menos afiliados, aunque vuelve a hacernos sonreír con el carácter del protagonista y su mascota. Sigue siendo clave la interpretación de William Powell, que con su aire de “pillín” borda el papel del detective vago, mujeriego y amante de la bebida. También Myrna Loy repite e incluso mejora su trabajo como la esposa curiosa que quiere entretenerse con aventuras detectivescas. Como secundaria podemos ver a una joven Donna Reed en su segunda aparición en la gran pantalla y años antes de alcanzar la fama.
Entretenida, buena y simpática.
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