sábado, 16 de julio de 2011

En el estanque dorado

Obra maestra de 1981 dirigida por Mark Rydell. Una pareja mayor va a pasar el verano a su casa junto al estanque dorado, un lugar paradisíaco. Aunque apenas ven a su hija debido a la mala relación que tiene con el padre, ésta decide visitarlos con motivo del 80 cumpleaños de él. Le acompañan su nueva pareja y el hijo de éste. Una vez allí les piden que se queden con el niño mientras la joven pareja va de viaje a Europa. Cuando se quedan los tres solos, el niño no resulta tan dulce y su relación con el viejo cascarrabias dará para mucho.
Se trata de la mejor película de este director, que realmente no llegó a acercarse al nivel conseguido aquí. La historia es impresionante y con un logro difícil de conseguir: tratar el drama de la vejez, no caer en sensiblerías y hasta tener un estupendo lado cómico sin quitarle "hierro" al asunto. Aunque todo está en estado de gracia hay dos piedras angulares: el guión y las interpretaciones. Ernest Thompson es el autor del extraordinario guión, adaptando su propia novela. Consigue hacernos reír con frecuencia y emocionarnos profundamente con la historia humana que presenta, darnos cuenta de lo duro que es el paso del tiempo, cómo la muerte se empieza a ver algo cercano, lo difícil que resultan a veces las relaciones padres-hijos, etc. Crea maravillosos personajes, pero el abuelo bondadoso pero enormente cascarrabias y difícil de tratar es absolutamente genial. Casi cada frase que sale del abuelo es para no perderse detalle porque suele ser de lo más sarcástica. Y para que la historia se materialice en algo real y humana es necesario que la interpretación esté a la altura de tan buenos personajes, cosa que aquí es inmejorable. Henry Fonda y Katherine Hepburn están inconmensurables en sus papeles, dando un recital de interpretación que hacen que todo, la comedia y el drama, nos llegue directamente al corazón. Tristemente, fue la última obra de Fonda ya que moriría pocos meses después. Como curiosidad, Hepburn le pidió a Fonda que utilizara para el rodaje la gorra que solía usar su amado y desaparecido Spencer Tracy. Además, los secundarios también están muy bien a pesar del reto que era compartir escena con semejantes leyendas del cine: Jane Fonda, Doug McKeon, Dabney Coleman... Billy Williams fotografió con gran belleza el incomparable marco donde se desarrolla la película, el lago Squam en New Hampshire. Dave Grusin elaboró una espléndida banda sonora con predominio, como no es extraño en este compositor, del piano.
Imprescindible.

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