Película de 2015 dirigida por Bill Condon. Han pasado tres décadas desde que el señor Holmes dejó Londres y se refugió en una pequeña casa junto a la costa, retirándose de su famosa carrera. Padece alzheimer y quiere buscar algún remedio que evite o retrase la pérdida de memoria, de ahí que críe abejas y recolecte la jalea real. Quiere escribir su versión del último caso en que trabajó y que fue lo que le empujó a jubilarse, pues no está de acuerdo con lo que publicó su buen amigo Watson. Va recordando los detalles poco a poco, ayudado por el hijo de su ama de llaves quien se interesa por lo sucedido.
Adaptación de la novela A slight trick of mind de Mitch Cullin sobre un Sherlock Holmes senil que busca un remedio que luche contra la enfermedad que padece y que intenta recordar su último caso. Condon rueda una bella película con una característica principal: la elegancia. Está rodada con mimo y con mucho gusto, todos los aspectos lucen con belleza, desde la fotografía hasta la banda sonora, pasando por las localizaciones, el vestuario, etc. El guión entrelaza dos historias, la situación actual y el último caso, al igual que mezcla hábilmente el drama y el suspense. Y una parte clave es la magnífica interpretación de Ian McKellen que humaniza como nunca al mítico detective. Encarna a la perfección ambos personajes (el de 60 y el de 90 años) y hace que el espectador crea que se trata del auténtico Holmes. No es la típica película de misterio del personaje de sir Arthur Conan Doyle pues es más dramática que de intriga, pero sí trata con mucho respeto al mismo y muestra un retrato de lo que podría haber sido la persona detrás del mito.
Buena película.
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