Película de 2010 dirigida por Debra Granik. Una joven de 17 años está a cargo de sus dos hermanos pequeños y su madre por la enfermedad de ésta, mientras que el padre está en la cárcel. Recibe la visita de la policía para avisarla que ha salido bajo fianza y que si no se presenta ante el juez le quitarán la casa donde vive porque es lo que ha utilizado para salir. Ella empieza a buscarlo pero se encuentra un gran secretismo por parte de quienes lo conocen, sospechando que lo han matado. Pero debe presentar pruebas de su cadáver y perderá la vivienda.
Granik escribe con Anne Rosellini un gran guión basándose en la novela de Daniel Woodrell, un peculiar thriller donde la acción es pausada y la clave es el entorno y atmósfera que crea. La historia se localiza en una pequeña comunidad de granjas en un estado sureño de los EE.UU. Parece que todos los vecinos son raros, se conocen pero la relación es fría y se sobreentiende algo que el espectador no conoce. Por eso no llega a entender lo que sucede hasta que los minutos van pasando y empieza a encajar las piezas. El clima es frío, los habitantes extraños, la zona poco acogedora, casi no hay colores vivos, la protagonista vive un drama y no hay quien la ayude aunque todos parecen saber algo de lo que ella quiere conocer. Granik demuestra con todas estas medidas su habilidad para crear una buena atmósfera de tensión que genera inquietud y hasta algo de angustia, lo que la hace absorbente. El reparto funciona de maravilla con actores no demasiado conocidos pero que realizan un gran trabajo, siendo el trampolín para una estupenda Jennifer Lawrence ahora imparable. Está bien acompañada por un espléndido John Hawkes.
Buen thriller, con una atmósfera que es como un personaje principal.
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