domingo, 6 de octubre de 2013

Extraños en un tren


Película de 1951 dirigida por el maestro Alfred Hitchcock. Un joven de familia adinerada se encuentra en un tren con un tenista famoso al que reconoce y saluda. Van hablando de sus respectivas situaciones y el joven le comenta que tienen algo en común: a ambos les gustaría que una persona desapareciera de sus vidas (a él su padre y al deportista su esposa). Propone que se intercambien los asesinatos para que no puedan encontrar ningún móvil, pero el tenista no se lo toma en serio. Todo cambia cuando al poco tiempo encuentran asesinada a su esposa y el joven aparece para pedirle que cumpla su parte del trato.
Basada en la novela homónima de Patricia Highsmith pero con la trama modificada por imposición del estudio, trata de una interesante idea para el asesinato perfecto y que luego se centra sobre el dilema de una persona normal para ver si es capaz de cometerlo o no. Hitchcock vuelve a mostrar su habilidad para manejar el suspense con varias escenas excelentes y dosificando la tensión según lo considere, aunque seguro que molesto por no tener toda la libertad que quisiera. Es una cinta espléndida, con una buena carga de intriga pero sin llegar al nivel de sus obras maestras, faltando intensidad en la apurada situación del tenista y echando de menos algunos de los típicos detalles de humor del director británico. Destaca, además de su dirección, la magnífica fotografía de Robert Burks y las interpretaciones de los protagonistas, especialmente la de Robert Walker con una perfecta actuación que muestra la inteligente pero desquiciada personalidad de Bruno.
Buena y entretenida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario